Los padres que acaban de recibir la noticia de que su hijo tiene síndrome de down se enfrentan con el reto de criar y educar a un hijo que, principal y fundamentalmente, es un niño como los demás. Al mismo tiempo tiene unas necesidades y unas características propias y nadie está preparado para ese momento. Además, el médico o profesional que ha tenido el ingrato deber de informar el diagnóstico tampoco suele ofrecer la ayuda necesaria. Es cierto que ante sí mismos, los padres, tienen una situación seria, pero no desesperada: ese hijo va a dar preocupaciones, pero también satisfacciones y alegrías.
En la tarea educativa, el papel más importante es el que corresponde a los padres. El primer esfuerzo, por tanto, debe ir encaminado a ellos. En situaciones normales, que son las más frecuentes, el trauma inicial es superado en poco tiempo: el saber que puede hacerse algo por el niño y, más aún, el empezar a hacerlo, es ya una terapía. Cada familia reúne sus propias particularidades y hay muchas variables que influyen favorable o desfavorablemente. Un factor decisivo en la superación del trauma inicial, es el buen entendimiento de la pareja entre sí. La preocupación y ocupación hacia ese hijo deberá ser fuente de unión, y de hecho asi lo es en la mayoría de los casos. Otro aspecto es que los padres son los más interesados, los que están más motivados que nadie para sacar adelante a su hijo. Ese niño que al principio era solo fuente de dolor y preocupación pasará muy pronto a ser fuente de alegría y satisfacciones.
Artículo publicado en junio de 1985 en el Vol. No.2, de la Revista Síndrome de Down de la Fundación de Cantabria
No comments:
Post a Comment