Creo que todos debemos encontrar nuestro equilibrio para todas las cosas de la vida…Unos lo hacemos de una forma, otros de otra. Pero, en general, lo que tratamos es de no irnos en picada por uno de los lados. Llegar a un punto medio que nos permita continuar.
A mi me encanta leer. Bueno, creo que una vez les comenté que, en mis tiempos de estudiante, yo era una nerd. Creo que de ello me ha quedado la necesidad de leer sobre cualquier cosa que me inquiete…Cuando nació mi hijo, como digna Madre Primeriza, me compré como sopotocientos libros de Cómo Sobrevivir al Primer Año de tu Hijo: Cómo criarlo, Como darle de comer, Cómo jugar con él, Cómo reaccionar a las enfermedades, Cómo dormirlo...En fin, todos los dimes y diretes de la maternidad resumidos por la Real Academia Americana…Quiero decir, la Academia Americana de Pediatría. Ahorita lo veo muy gracioso, pero, en su momento, me leí todas y cada una de las palabras de mis sopotocientos libros y, además, busqué información en Internet, Así que, cuando íbamos al Pediatra, casi siempre empezaba la consulta con un: “según he leído”…Bueno, esa es toda una historia.
Al enterarme del Síndrome de Down de Mariana, apliqué lo mismo. Leí, leí y leí. Cuando alguien se acercaba a hablar conmigo, yo le daba una cátedra de genética…Por fin caí en cuenta de lo pesada que resultaba porque, en una ocasión en que un amigo de mi esposo nos visitaba, y cuando estaba lanzada en mi explicación detallada de la división celular y en los “no, no-se-puede-detectar-durante-el-embarazo-a-menos-que…la-amniocentesis-que-es-un-procedimiento…” y bla, bla, bla…levanté la mirada y me encontré con los ojos de mi pobre esposo, que no encontraba cómo hacerme gestos para que cortara mi disertación…Es decir, que me callara.
Me tomó un tiempito acostumbrarme a no dejarme ir en mi oratoria genética…Pero al final lo logré. Cada quien vive sus procesos, ¿no?
Otro ejemplo, es mi esposo, que no quería entrar a ver a Mariana en la nursería durante los primeros días…Duro, ¿no? Pero así se sentía él. No encontraba como aceptarla…En fin, pasó por su proceso y aquí está ahora: chiflado por la sonrisa de “Diente Frío” (así solemos decirle, en broma, a Mariana, por el Famosísimo Diente Solo).
Creo que todos tenemos historias en cómo nos enfrentamos a las cosas de la vida y es importante respetar y respetarnos por la forma en cómo lo hacemos, para poder salir “completos”.
A mi me encanta leer. Bueno, creo que una vez les comenté que, en mis tiempos de estudiante, yo era una nerd. Creo que de ello me ha quedado la necesidad de leer sobre cualquier cosa que me inquiete…Cuando nació mi hijo, como digna Madre Primeriza, me compré como sopotocientos libros de Cómo Sobrevivir al Primer Año de tu Hijo: Cómo criarlo, Como darle de comer, Cómo jugar con él, Cómo reaccionar a las enfermedades, Cómo dormirlo...En fin, todos los dimes y diretes de la maternidad resumidos por la Real Academia Americana…Quiero decir, la Academia Americana de Pediatría. Ahorita lo veo muy gracioso, pero, en su momento, me leí todas y cada una de las palabras de mis sopotocientos libros y, además, busqué información en Internet, Así que, cuando íbamos al Pediatra, casi siempre empezaba la consulta con un: “según he leído”…Bueno, esa es toda una historia.
Al enterarme del Síndrome de Down de Mariana, apliqué lo mismo. Leí, leí y leí. Cuando alguien se acercaba a hablar conmigo, yo le daba una cátedra de genética…Por fin caí en cuenta de lo pesada que resultaba porque, en una ocasión en que un amigo de mi esposo nos visitaba, y cuando estaba lanzada en mi explicación detallada de la división celular y en los “no, no-se-puede-detectar-durante-el-embarazo-a-menos-que…la-amniocentesis-que-es-un-procedimiento…” y bla, bla, bla…levanté la mirada y me encontré con los ojos de mi pobre esposo, que no encontraba cómo hacerme gestos para que cortara mi disertación…Es decir, que me callara.
Me tomó un tiempito acostumbrarme a no dejarme ir en mi oratoria genética…Pero al final lo logré. Cada quien vive sus procesos, ¿no?
Otro ejemplo, es mi esposo, que no quería entrar a ver a Mariana en la nursería durante los primeros días…Duro, ¿no? Pero así se sentía él. No encontraba como aceptarla…En fin, pasó por su proceso y aquí está ahora: chiflado por la sonrisa de “Diente Frío” (así solemos decirle, en broma, a Mariana, por el Famosísimo Diente Solo).
Creo que todos tenemos historias en cómo nos enfrentamos a las cosas de la vida y es importante respetar y respetarnos por la forma en cómo lo hacemos, para poder salir “completos”.
Escrito por Hester.
1 comment:
De plano Hester que todos vivimos las experiencias de diferente manera, incluso el down de nuestros hijos a pesar de que son vivencias muy similares, lo hemos asimilado de manera muy personal. Te cuento que Jorgito tambien ya tiene su primer dientecito, comienza a asomarse, pero ya entro al Club de los "diente frio"
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